Pequeño Buda
En su país natal, esta banda se caracteriza por proponer shows innovadores como “Humor Rockero, Fútbol y Psicoanálisis” que contó con invitados como Mil Hormigas de Argentina (la banda que lidera el Rifle Pandolfi), Alvarito Pintos (Cuarteto de Nos) y los periodistas deportivos Rafa Cotelo y Marcos Morón. A su vez, se podían observar obras de arte realizadas on stage por el pintor y tatuador Harry Tattoo, degustaciones de vinos y proyecciones.
“Doble vida” es la que abre el juego de Pequeño Buda con un hard rock de estilo ochentoso en el que se destaca el sonido guitarrero que será una constante a lo largo de todos los tracks. Inmediatamente, el ritmo galopante de “Es hoy” se abre paso con una batería densa y un bajo gordo en un tema cuya letra despotrica contra la falsedad de la sociedad actual y que se pega a “Deborah ombres”, el corte difusión del disco, que brilla por su incendiario solo de viola final.
“Lily” es un medio tiempo en donde aparece el violín de Nicolás Tabush para matizar el clima de esta historia sobre una sustancia adictiva que necesita el protagonista de la historia para vivir en un mundo ideal. Continuando la línea tranquila, “A mi muerte” es una ex canción de cuna ahora convertida en una casi balada con la fuerza que le imprimen los vientos dePablo Puntoriero, Marcelo Ferreira y Fernando Padilla junto al piano sentimental de Álvaro Villagra.
Pasada la furia de “Miserable”, llega “58.200” que refiere al kilómetro donde está ubicado el estudio Del Abasto (ahora Monsterland), en donde fue grabado el disco y que se transforma en un tema autorreferencial y de agradecimiento hacia los técnicos que trabajaron en el álbum. A continuación, “Pequeño Buda” es un rock potente dedicado a Sasha Fontaina, el fallecido hijo del cantante que fue autor del estribillo de la canción.
“A correr” pasa a toda velocidad en un rock and roll bien rutero que se engancha perfectamente con “Fiesta” en donde se siente la influencia del Pappo de Riff. “Cerrar” marca un final minimalista e íntimo, casi jazzero, con el bajo de Flavio Cianciarullo luciéndose sobre el saxo sensual de Pablo Puntoriero en la apuesta más audaz y certera del disco.
Los uruguayos de De Cero acentúan a través de once temas la vertiente del rock duro y cuentan con el respaldo de Flavio Cianciarullo, bajista de Los Fabulosos Cadillacs.
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