El hijo del blues
El viernes por la noche en La Trastienda, la expectativa era grande por saber si Morganfield sólo es un hombre que no tiene más mérito que ser “el hijo de” o también cuenta con un plus extra para ofrecer (aunque ya cuenta con un disco solista, Fall Waters Fall de 2008). Y la sorpresa fue grata cuando se comprobó que esta segunda opción era la correcta. Con un comienzo netamente instrumental a cargo de la Kilkenny Blues Band, constituida íntegramente por músicos argentinos, la velada arrancó de manera puramente musical hasta que con “Walking through the park” y “I´m a king bee” apareció en escena el negro cantante, vestido de impecable traje, y se sentó en el centro para aportar su grave voz.
A partir de allí, se sucedieron una serie de clásicos del blues que tuvieron en “Travel no more”, “Hoochie coochie man” y “Baby please don´t go” a sus mejores exponentes. Mud sorprendió a todos cuando, durante “She´s nineteen years old”, bajó del escenario y caminó por entre las mesas y se detuvo a cantarle esa canción a una joven dama. Obviamente la ovación no se hizo esperar. También hubo lugar para que se luciera cada músico de la banda como el guitarrista Roberto Porzio con su slide lloroso en “Honey bee”, el bajista Gustavo Rubinszteincantando estrofas de “Caldonia” o el maestro Rubén Gaitán soplando su armónica con clase durante toda la noche.
Sobre el final, y luego de dos nuevos instrumentales, subió Sarco de los Ratones Paranoicos y sumó sus punteos bluseros que arrancaron numerosos aplausos del público. “Forty days and forty nights”, “Manish boy” y la festiva “Got my mojo working” fueron el cierre para esta noche esperada por muchos.
Mud Morganfield llenó La Trastienda con la excusa de tributar a su padre, el gran Muddy Waters, pero a fuerza de carisma y una voz similar a la de su progenitor, sacó adelante un show en donde el principal ganador fue el blues.
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