Nada es demasiado
Más de diez años pasaron desde que Mamporro dio a conocer su álbum debut, Amplificador, en 1996. En aquella ocasión, el ex guitarrista de Suéter, Jorge Minissale junto al bajista Brugera iniciaron el proyecto de la mano del baterista Gustavo Glusman a modo de trío. Sin embargo, tiempo después incorporaron a Matías Camisani en guitarra y a Juani Camisani en teclados para convertirse en el quinteto que grabó Nada es demasiado, la tercera producción del grupo.
“Asuntos” arranca bien al frente con el punteo de la viola líder matizada por el acompañamiento constante de la acústica de fondo. En poco más de tres minutos se resuelve el nudo de la canción, algo que pondrá muy alegres a los musicalizadotes de radio. “Lo que está bien para vos, está bien para mí” sólo tiene de extenso el título ya que, al igual que el primer tema, es una concisa demostración de pop con buenos estribillos. A continuación, varias voces al unísono dan comienzo a “El rock no va a cambiar el mundo (pero puede cambiar el tuyo)” en el que se destacan las bases del baterista Gustavo Glusman y el bajista Bruguera en esta declaración de principios que linkea directamente con los pioneros del rock argentino.
Jorge Minissale, cantante y guitarrista de Mamporro, entona suavemente las estrofas sentimentales de “Felicidad” que también contienen un dejo de oscuridad en el aire. “Volver y revolver” surfea con el wah wah rítmico hacia un estado de absoluta calma aunque la letra esté lejos de ser parsimoniosa. Los violines invitados a cargo de Ulises Di Salvo y Pedro Pedraza junto al histórico Juan Pollo Raffo en órgano se acoplan perfectamente al acompañamiento de la guitarra de Matías Camisani y luego dan paso al rock and roll de “Peor que morir”.
En Nada es demasiado, también hay lugar para un poco de tecno gracias a “Pez moderno”, ideal para escuchar en verano. La alegría continúa de la mano de “Lee mis labios, escribe mis ojos” aunque aquí las guitarras adquieren una presencia mayor y refuerzan constantemente la base rítmica de Glusman y Bruguera. En “Salida al mar” (que ya había aparecido en Palabras Armadas, el segundo trabajo de la banda), la cosa se pone más tranquila y lenta hasta desembocar en “Hay que amarse, no matarse” que finaliza el disco mientras obliga al oyente a mover la patita para marcar el pulso.
Jorge Minissale vuelve nuevamente con sus canciones de impronta pop radial y, a través de Mamporro, deja asentadas sus buenas intenciones junto a la colaboración de Pablo Sbaraglia en la producción.
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