Más alto que metro y medio
Chau Pekín llenó La Trastienda para presentar su destacado primer disco.
En el lento camino hacia la masividad, Chau Pekín dio su paso más importante el pasado sábado en La Trastienda. Con seis años sobre sus espaldas, la llegada del grupo con sede en Villa Crespo al reducto de San Telmo fue la confirmación de un largo trabajo que han venido realizando en todo este tiempo de manera firme y sin saltearse ningún peldaño. Desde sus comienzos con el nombre de La Baina hasta este presente fructífero, han recorrido todo el circuito under, incluyendo giras a la costa, y se han convertido en una de las bandas fetiches a la hora de hacer cortinas para radio (el tema para Metro y Medio, el programa de Sebastian Wainraich en La Metro es su logro más conocido).
Por todo esto, no resultó raro ver a La Trastienda repleta con más de seiscientas personas coreando por Chau Pekín. El comienzo con la voz de Diego Litmanovich cantando “Quebrado” con el telón cerrado incrementó la ansiedad y a los pocos minutos ya pudo visualizarse a la banda a pleno con una venda que cubría sus ojos mientras de a poco daban paso a “Romper el código”. Ahí sí, el primer tema de su disco Las horas no pasan lentas (2009) daba inicio a la verdadera fiesta que todos fueron a buscar al tiempo que el ska “Que no!” incitaba a despegar los pies del piso.
La variedad musical es la principal característica del grupo y esto les permitió ir desde el excelente reggae “La Felí” (“me hice vitalicio del plan holgazán” es una frase digna de Los Decadentes) hasta un popurrí cumbiero que incluyó canciones de Los Wawancó. “Plegaria para un niño dormido” de Almendra también fue versionada en plan reggae pero sin perder su esencia y la murga Pasa Naranja sumó su aporte vocal al estilo uruguayo en “Copetear un charlatín”.
Luego de un breve intervalo, los integrantes de la banda volvieron vestidos como los personajes de la vecindad del Chavo del 8 y luego de interpretar el tema principal de dicha serie se despacharon con “Cantares” de Serrat. A esa altura, La Trastienda vivía una fiesta intensa que no paraba de crecer en ningún momento y en la cual los presentes se adueñaban de la idea de que el tiempo no pasa lento. “Alabartola” y “Cultivando verdades”, con Marcelo Lollo como invitado en guitarra, le fueron imprimiendo poderío rocker a la noche hasta llegar al punk poderoso de “Se va” (cover de Embajada Boliviana).
Ya sobre el final, Diego Litmanovich, con su guitarra criolla, se hizo cargo de un bonito tango llamado “En un tiro sí” y Gustavo Nuñez junto a Román Peusner endulzaron con su sección de cuerdas a “El vagón de los ahorcados”. Por su parte, “Domingo” y “Mientras”, nuevamente con la murga Pasa Naranja, cerraron una noche consagratoria.
El paso de Chau Pekín por La Trastienda significó la confirmación de que las cosas bien hechas pueden traer buenos resultados. Con un muy buen disco bajo el brazo, el octeto reafirmó su condición de “banda para ver en vivo” y brindó un excelente espectáculo.
Christian Alliana para http://www.elbondi.com/
Fotógrafo: Leandro Ciaffone
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