Las horas no pasan lentas
Debut más que auspicioso para Chau Pekín.
La historia de Chau Pekín se remonta a la primavera de 2003 cuando el grupo todavía se llamaba La Baina y daba sus primeros pasos en clásicos lugares del under como Cátulo Castillo, La Colorada o Speed King. Al año siguiente, con la grabación de una cortina para un programa de radio (Cultivando verdades), la banda comienza a profesionalizarse de a poco y es en ese trayecto cuando se producen algunos cambios de integrantes. En 2005 nace formalmente Chau Pekín y su primer EP, Bienaventurados los que bienvenidos sean, intenta mostrar los estilos musicales que aborda el conjunto y que finalmente se ven plasmados totalmente en Las horas no pasan lentas (2009), su disco debut.
A lo largo del álbum, la banda logra una excelente combinación instrumental gracias a la sólida base rítmica que permite un buen trabajo a nivel guitarras y el empuje de los vientos, que son protagonistas en casi todos los temas. El abuso de poder y de la violencia son reflejados en la oscuridad de “Romper el código”, con la trompeta de Ari Brukman y el saxo de Dario Bercovich bien al frente. Por su parte, “Que no!” descomprime esa sensación de opresión gracias a un ska relajado que la percusión de David Kaplan adorna muy bien.
El sonido ambiente de una reunión de amigos da pie a “Domingo” en donde el protagonista de la historia cuenta sus peripecias en el día más deprimente de la semana. La guitarra abrasiva de Martín Machabanski inicia el estupendo reggae “La feli´”, dedicada obviamente a Mar del Plata y a su aspecto cambiante según la estación del año. En cinco minutos, la voz de Diego Litmanovich canta una de las mejores letras del disco mientras los invitados Martín Adler en sintetizador y Pablo Cadel en trombón aportan sus sutilezas para lograr así el mejor tema del álbum.
El espíritu del carnaval uruguayo dice presente en “Copetear un charlatín” con los coros de la Murga Pasa Naranja al tiempo que “En un tiro sí” es un tango que cierra este tándem del Río de la Plata y que le abre la puerta al baile de la mano de la cumbia “Muchacha”. Pegada y sin prejuicios, la introducción de guitarra de “Nuevo sol” tiene un gran parentesco con “Vencedores vencidos” de Los Redondos y en su desarrollo atraviesa varios estilos, desde el reggae hasta el ska made in Karamelo Santo.
El mid tempo inicial de “Quebrado” permite que el teclado de Goyo Palermo genere una densidad interesante que luego se rompe con el repetitivo redoblante del baterista Lio Chulak y el bajo pesado de Hernán Rouffe. “Mientras” es una mixtura de ska contagioso y letra triste que es coronada con un estribillo pegadizo que promete convertirse en un clásico en vivo. Finalmente, el violín de Román Peusner y el cello de Gustavo Nuñez logran el clímax de canción de despedida que “El vagón de los ahorcados” pretende representar como corolario de este álbum en donde el tiempo aparece como leit motiv de una u otra forma.
A lo largo del álbum, la banda logra una excelente combinación instrumental gracias a la sólida base rítmica que permite un buen trabajo a nivel guitarras y el empuje de los vientos, que son protagonistas en casi todos los temas. El abuso de poder y de la violencia son reflejados en la oscuridad de “Romper el código”, con la trompeta de Ari Brukman y el saxo de Dario Bercovich bien al frente. Por su parte, “Que no!” descomprime esa sensación de opresión gracias a un ska relajado que la percusión de David Kaplan adorna muy bien.
El sonido ambiente de una reunión de amigos da pie a “Domingo” en donde el protagonista de la historia cuenta sus peripecias en el día más deprimente de la semana. La guitarra abrasiva de Martín Machabanski inicia el estupendo reggae “La feli´”, dedicada obviamente a Mar del Plata y a su aspecto cambiante según la estación del año. En cinco minutos, la voz de Diego Litmanovich canta una de las mejores letras del disco mientras los invitados Martín Adler en sintetizador y Pablo Cadel en trombón aportan sus sutilezas para lograr así el mejor tema del álbum.
El espíritu del carnaval uruguayo dice presente en “Copetear un charlatín” con los coros de la Murga Pasa Naranja al tiempo que “En un tiro sí” es un tango que cierra este tándem del Río de la Plata y que le abre la puerta al baile de la mano de la cumbia “Muchacha”. Pegada y sin prejuicios, la introducción de guitarra de “Nuevo sol” tiene un gran parentesco con “Vencedores vencidos” de Los Redondos y en su desarrollo atraviesa varios estilos, desde el reggae hasta el ska made in Karamelo Santo.
El mid tempo inicial de “Quebrado” permite que el teclado de Goyo Palermo genere una densidad interesante que luego se rompe con el repetitivo redoblante del baterista Lio Chulak y el bajo pesado de Hernán Rouffe. “Mientras” es una mixtura de ska contagioso y letra triste que es coronada con un estribillo pegadizo que promete convertirse en un clásico en vivo. Finalmente, el violín de Román Peusner y el cello de Gustavo Nuñez logran el clímax de canción de despedida que “El vagón de los ahorcados” pretende representar como corolario de este álbum en donde el tiempo aparece como leit motiv de una u otra forma.
Las horas no pasan lentas es una buena muestra de la variedad musical que aborda Chau Pekín. Desde el reggae hasta el ska, pasando por el tango y la murga uruguaya, la banda de Villa Crespo logra un excelente trabajo en el que también se destaca una cuidada producción.
Christian Alliana para www.elbondi.com
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