Enigmaticorazón
La crudeza de Maten al Rey queda plasmada en su tercer disco.Los últimos años de la década del ochenta parecieron fructíferos en cuanto a formaciones de bandas ya que en esa época se gestaron los principales grupos que, durante los noventa, ganarían mayor popularidad como el caso de Los Piojos, La Renga, Bersuit, Attaque 77 y tantos otros. Sin embargo, Maten al Rey se formó en 1988 en la ciudad de Quilmes pero la fama nunca golpeó a sus puertas aunque esto no hizo claudicar su lucha que ahora los llevó a editar su tercer disco llamado Enigmaticorazón.
Las guitarras pesadas llevan adelante el primer tema, que le da nombre al álbum, mientras la voz queda un poco oculta en esa pared sonora que propone el trío. En “Los días de las risas simples” la cosa se pone más rápida, casi rutera, ideal para el pogo y se engancha a la oscuridad metalera de “El alivio de los cansados” en la que se suman los teclados invitados de Ezequiel Giunta.
Un inicio angelical da pie a “No sufras tu sueño”, que descomprime en las estrofas y aprieta el puño en los estribillos, para luego cantarle a “Aníbal, el hablador” sobre las injusticias y los garcas que viven a su alrededor. Agustín Ronconi de Arbolito suma su quena en los arreglos de “El encanto para la niña encantada” mientras las guitarras acústicas acolchonan la densidad del trío.
La batería seca de Leonardo Rodaro inicia “Laberinto dimensión” y el bajo crudo de Alejandro López acompaña durante el primer minuto hasta que de a poco se suma la viola del cantante Aldo Sergio Goddio que hacia el final va llevando lentamente el tema hasta su pudrición. La reivindicación a los pueblos originarios se plasma en “Carita de paz” al tiempo que “Arco iris de la noche” es de lo mejor del disco gracias a sus toques jazzeros en tiempo de rock. Para el final quedan las intenciones hard rock de “Malos ratos” y “La misma cosa”.
Enigmaticorazón fue producido por la propia banda y quizás allí se encuentre la explicación a ciertas decisiones finales de la mezcla. La voz de Aldo Goddio está en un nivel de volumen distinto al resto de los instrumentos y esto por momentos hace casi indescifrable la letra aunque, claro está, uno puede ayudarse con el correspondiente booklet. Algunos platillos de la batería y algunos agudos del bajo también se encuentran en ciertas ocasiones en otro plano, casi independiente, y esto llama la atención porque hace perder un poco el hilo conductor de cada tema. Sin embargo, quizás el grupo haya tomado estos riesgos artísticos y, de ser así, no hay nada que objetar.
Con veinte años de trayectoria, Maten al Rey trabajan en su tercer disco sobre bases potentes, a veces cercanas al metal y otras al hard, pero siempre haciendo hincapié en el rock en su formato trío.
Christian Alliana para www.elbondi.com
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