No hay nada nuevo que se pueda decir de Divididos. Que son la aplanadora del rock, ya se sabe; que Diego Arnedo es el mejor bajista, también se sabe; que Ricardo Mollo es un violero increíble, es cierto y que Catriel Ciavarella tiene una fuerza envidiable, es otra gran verdad. Entonces, ¿cómo escribir una nota sin aportar nada nuevo? Es casi imposible por lo que sólo queda describir lo que pasó y cerrar los ojos para volver a disfrutar el momento vivido.
En su primera presentación del año en Capital (sin contar los íntimos de Febrero en La Trastienda), Divididos le dio al público mucho más de lo que venía ofreciendo en todos estos años sin tener disco en la calle. Es que si algo se le criticaba a la banda además de la ausencia de un nuevo trabajo, eso era la falta de sorpresas en la lista de temas. En el último tiempo el repertorio casi no variaba y uno encontraba el mismo show una y otra vez. Pero en esta ocasión, el asunto fue diferente y El Teatro de Flores tuvo otro color distinto al habitual.
El comienzo fue con “Alma de budín” seguido por “La ñapi de mamá” y al tercer tema ya se despacharon con uno viejito y muy querido: “Haciendo cosas raras”. El ambiente respiraba rock y sudor tanto abajo como arriba del escenario y si alguien todavía dudaba de quién es la aplanadora, el enganchado de “Qué tal” con “La rubia tarada” y “Azulejo” sirvió para poner las cosas en su lugar. Fueron como diez minutos de un torbellino sonoro que dejó a todo el público atónito.
Antes del clásico de Pescado Rabioso, “Despiértate nena”, Ricardo Mollo anunció una buena noticia para todos: “ahora sí nos vamos a poner las pilas y vamos a entrar a grabar el disco de una buena vez”. La ovación de los presentes dio a entender que la ansiedad por conocer algo nuevo por parte de la banda es inmensa. A su vez, como regalo el trío adelantó un tema completo de la futura placa que si bien no pierde el estilo del grupo, tiene algunos aires de cambio.
En esta ocasión no hubo segmento acústico aunque varios temas sonaron uno tras otro para bajar los decibeles. Así fueron pasando “15-5”, “Brillo triste de un canchero” (donde Mollo se lució con su voz), una eléctrica “Como un cuento” y la hermosa “Spaghetti del rock”. Claro que al rato se olvidaron de toda la ternura y volvieron a desplegar su inconfundible potencia con “Tanto anteojo”, “Paisano de Hurlingham”, “Elefantes en Europa” y “Paraguay”.
La mayor sorpresa de la noche fue la inclusión de “La mosca porteña”, un tema de su primer disco que hacía mucho que no sonaba en vivo y que fue muy festejada. “Casitas inundadas a votar” es otro de los que no se escuchan frecuentemente y también fue bien recibida por el público. Obviamente no podían faltar canciones de Sumo y con “La Mula plateada” y “Nextweek” cumplieron con creces.
Diego Arnedo se lució como siempre en “Ala delta” y volvió a confirmar que además de ser el mejor bajista argentino de rock es un gran animador ya que charló y se divirtió con la gente durante toda la noche. Por su lado, Catriel Ciavarella no paró un minuto de castigar a los parches y tuvo “su” momento durante “Zombie” con un solo demoledor que sirvió para enganchar el tema con un pedacito de “Whole lotta love” de Zeppelín. El final fue con “Basta fuerte” y una eterna zapada entre los encargados de la base mientras Mollo bajaba al vallado para repartir las púa.
El show de Divididos en El Teatro de Flores volvió a recordar las mejores épocas de la banda y dejó a todos con la sensación de que lo que está por venir será aún mejor. Es que si cumplen con lo prometido, la banda volverá al ruedo recién con un disco bajo el brazo y eso es algo que se espera desde hace seis años. Mientras tanto y como para que nadie se angustie, la aplanadora regaló su mejor concierto en años.
Christian Alliana para www.elbondi.com
Fotógrafo: Beto Landoni
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