“Persevera y triunfarás”, dice el dicho y a Las Pelotas parece caerle como anillo al dedo. Una banda que nació de la ruptura de Sumo, que allá por mediados de los noventa tuvo un mediano éxito y que desde el 2003, gracias al hit “Será”, goza de la masividad y del reconocimiento ajeno. Justamente por esta última razón era inevitable que en algún momento llegase el día de tocar en un estadio por cuenta propia.
Esta fecha, además de ser quizás la más importante en la historia del grupo, tenía también como excusa la presentación de su último trabajo discográfico, Basta (2007). Y para que quede claro el motivo de esta reunión, los primeros tres temas fueron de ese disco. En orden sonaron “Basta”, “Como un buey” y la pegadiza “Siento, luego existo” con su respectivo video. Todos escuchados con gran atención pero sin mucho entusiasmo.
“Día feliz”, trajo consigo el primer agite de la noche y despertó a los peloteros que estaban congelados por el intenso frío. Siguieron “Tormenta en Júpiter” y “Desaparecido”, que incluyó un pedido por la aparición de Julio López. A esta altura del show, el viento estaba haciendo estragos con el sonido y lo llevaba de un lado para el otro perjudicando sobre todo a los espectadores que estaban más lejos del escenario.
Pese a los inconvenientes, el recital siguió su curso con “Orugas” y un gran guiño a los viejos fans. La increíble conexión que hay entre Germán Daffunchio (guitarra) y Gabriela Martinez (bajo) quedó plasmada en esos pasitos de baile que realizaban mirándose uno al otro aunque Alejandro Sokol (voz) no se quedó atrás con su performance en la hermosa “Ya no estás”.
Durante todo el show se fueron alternando los temas en formato canción propios de Basta (“Donde se esconden”, “Dicen que la distancia”, “Buscando un cambio”) donde Daffunchio ganaba el centro de la escena, con viejos recuerdos como “Bombachitas rosas”, “Capitán América”, “Muchos mitos” y “Escaleras”, con Sokol al mando de la banda. Sin embargo, si uno se apega a la lista de temas, Germán tuvo más protagonismo que el Bocha aunque esto poco parece importarles a ellos sino que más bien es algo propio del chusmerío rockero.
Como un recital de Las Pelotas no es tal sin su segmento reggae, “Solito vas”, “Transparente” y la fumanchera “Me fui” hicieron que miles de cuerpos se movieran lentamente de un lado al otro con una mueca de felicidad en sus rostros. ¿Qué se puede decir al respecto? Muy poco, sólo que a la hora de pelar los sonidos jamaiquinos pocas bandas lo hacen tan bien como ellos.
Una mención aparte merecen los tres “silenciosos” del grupo, Tomas Sussman (guitarra), Sebastián Schachtel (teclados) y Gustavo Jove (batería). Con bajo perfil, cada uno aporta y suma distintos sonidos: Tomas le imprime furia a las violas, Schachtel llena de climas los temas y Jove alterna entre la potencia (como en “Matrimanicomio”) y la sutileza (“La marmota”).
Tratándose de un show importante, fue llamativo que hubiera pocos invitados. Así y todo pasaron un viejo conocido de la casa como Gillespie que aportó su trompeta en temas como “Hola que tal” y el hijo del Bocha, Ismael Sokol, que subió para “Sin hilo” y se quedó en “Nunca me des la espalda”. Ambos fueron bien recibidos por el público que, igualmente, esperaba algún invitado de más renombre, quizás muchos soñaban con la visita de Mollo y Arnedo para repetir lo del Quilmes Rock.
Si bien no hubo una nueva reunión de lo que queda de Sumo, la despedida llegó con el recuerdo de la mítica banda. Primero fue el turno de “Los cinco magníficos” a la que se le pegó la onda disco de “Debede” para finalmente cerrar con uno que estaba fuera de la lista: “No tan distintos”.
Las Pelotas dieron un gran concierto en Ferro y se siguen afianzando como una de las mejores bandas argentinas. Sin dudas, un premio a la insistencia pero en este caso apoyado por la buena música y no sólo por el marketing.
Christian Alliana para www.elbondi.comFotógrafo: Beto Landoni
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