La tarde del sábado aparecía gris, con nubes poblando el cielo y la lluvia comenzaba a caer sobre el estadio de River. Cuando las gotas se empezaban a poner un poco más densas, Kapanga subió al escenario para abrir la tercera jornada del festival. El tandem inicial fue con “Rock”, “Desesperado” y “El Universal”. Inmediatamente llegó el saludo del Mono y su felicidad por tocar de tarde para “poder verles las caras a todos”. La versión heavy de “Kapanga” sirvió para dividir el primer segmento y luego de buscar “En el camino” llegó el “Bisabuelo”, con su tarantela rockera.
El humor del Mono, una constante de cada festival, se hizo carne cuando subido a una mini bicicleta dio vueltas por todo el escenario cantando “Desearía”. A su vez, afirmó su costado solidario al portar una remera de la cooperativa del Hotel BAUEN y apoyar la lucha de otras empresas recuperadas por los trabajadores como SUIN.
El tramo fumón del show llegó con “Fumar” y la presencia de un porro gigante en escena y continúo en “Casi”, con Mike haciéndose cargo de la voz. Sin dudas, los de Quilmes son una gran banda a la hora de hacer reggae.
Esta vez no hubo covers irónicos de bandas pop. En su reemplazo, llegó un “top five poguero” con extractos de “Cielito Lindo” (Divididos), “Y lo que quiero es que pises sin el suelo” (Catupecu), “El final es donde partí” (La Renga), “El ojo blindado” (Sumo) y por supuesto el redondo “Jijiji”. Con el fin de sentirse en la cima, la banda se despachó con “La taberna” y el público hizo todo lo posible para hacerse sentir desatando un pogo desenfrenado. “El mono relojero” marcaría el final del set de Kapanga que, fiel a su costumbre, desató una fiesta y se ganó los aplausos de propios y ajenos.
A continuación, la legendaria banda mexicana El Tri subió y comenzó con la balada “El muro de la vergüenza”. Pegada, sonó “Perro negro” y a partir de ahí el show aparte del mítico Alex Lora tomó cuerpo y forma. Mediante arengas llegó la balada rockera (“Pobre soñador”), que fue dedicada por el cantante a “las chicas rocanroleras presentes”.
El rock and roll puro apareció en “Chavo de onda”, tema en el que los músicos tuvieron su momento para despacharse con respectivos solos de guitarra, bajo y armónica. El recuerdo de la tragedia de Cromañón se hizo presente con ese blues de gran letra que es “Víctimas inocentes”. Un nada demagógico homenaje por parte de los mexicanos.
Para el final: “Triste canción de amor”. El tema más esperado, que fuera inmortalizado en estas tierras por la gente de La Renga, sirvió de puente especial. Si bien la versión de los mexicanos es distinta a la que grabaron los de Mataderos, el tema no perdió la emoción y fue cantada por casi todo el estadio.
Salva de La Covacha sumó su voz en “Cuando tu no estás”, que fue dedicada a Pappo y sirvió para cerrar el set de El Tri. Casi 40 años de experiencia alcanzaron para guardarse a la gente en el bolsillo y brindar un buen show.
La tercera banda de la noche fue Ojos de Brujo ¿Qué se puede decir de los españoles? No mucho, ya que la intolerancia de la mayoría del público no permitió en ningún momento poder apreciar correctamente el show. La mezcla de rock y flamenco con algunos toques árabes fue recibida de manera pésima por gran parte de los presentes que solo se dedicaron a chiflar, insultar y arrojar objetos hacia el escenario. Temas como “Seguidilla”, “Piedras vs. Tanques” o “Cale Barí” pasaron desapercibidos y sólo recogieron el aplauso de algunos que se animaron a apostar a favor de la diversidad.
Si bien es cierto que la elección de colocar a los españoles en un horario bastante central fue desubicada ya que su música no tenía mucho que ver con las otras bandas, hubiese sido bueno que el público respetase el arte que ofreció la banda. Una vez más, el desprecio por los que hacen algo distinto se hizo presente y recordó a épocas retrógradas del mundo rockero argento.
“Grandes valores del rock presenta a Intoxicados”, podía leerse en el escenario. El sufrido turno de Ojos de Brujo había quedado atrás. Y ahora se presagiaba otra locura, esta vez, a manos de la banda de Pity. Y así fue cuando apareció en escena Daddy Brieva con una peluca rubia emulando a Silvio Soldán y uno a uno fue presentando a los músicos. Vestidos de impecables trajes tangueros, los Intoxicados aparecieron ante la mirada de sus familiares, quienes sentados al costado del escenario en cómodas sillas, iban comiendo los distintos postres que les entregaban los mozos. El “Fuego” iluminó el tablado con algunos problemas de sonido. Algo que continuaría en la calamaresca “No tengo ganas”, que contó con un interesante medley tanguero.
Para “La Simpática Demonia” se hicieron presentes los vientos y el teclado de Burbujas. Una grata sorpresa se dio cuando nuevamente ingresó Daddy y presentó al Negro García López, ex guitarrista de Charly García. Todo su virtuosismo quedó demostrado en “Las cosas que no se tocan” y la historia lésbica de “Dos nenas”.
El primer segmento cerraría con Pity recordando su confuso episodio del año pasado (“Me robé un remis y me fui a buscar una guitarra a Entre Rios, y no lo entendieron. Eso es arte”), antes de dar comienzo justamente a “De la guitarra”.
Felipe Barroso quedaría sólo con su viola para tocar una exquisita versión de “Un beso y una flor” de Nino Bravo a la cual se le sumaría Daddy cantando algunas estrofas. Luego de esto, se produjo un cambio de vestuario y todos regresaron vestidos de blanco para despacharse con una sección semi dance que incluyó dos hits de Viejas Locas (“Lo artesanal” y “Perra”). Allí se pudo apreciar muy bien la labor de ese gran bajista que es Jorge Rossi y el buen acompañamiento de Abel Meyer en batería junto a la gran presencia de los vientos.
“Descansar en paz” e “Intoxicado” empezaron a marcar el final, que llegó de la mano de “Religión” y “Quieren rock?” con el Negro García López otra vez en el escenario.
Lo más destacable de Intoxicados fue que se animaron a hacer un show aparte dentro de su show, jugándose a salir de la monotonía en la cual muchas veces caen los festivales de este tipo. Una actitud muy saludable e inesperada que ojalá sea repetida.
Luego de la banda de Villa Lugano, llegó el turno de los más convocantes de la noche: Los Piojos. El comienzo lo tuvo a Ciro al frente de la pasarela que unía el escenario con el medio del campo arrancando los primeros acordes de “Te Diría”. Las banderas comenzaron a agitarse y en “Pistolas” el pogo fue contundente.
“Todo pasa” y “Amor de Perros” fueron a una votación popular, certificada por un divertido Micky Rodríguez, y la historia de Dolores fue la ganadora obteniendo el primer premio para la categoría “Tema de amor de la noche”. A partir de allí, la lista siguió sin demasiadas sorpresas alternando temas viejos (“Los Mocosos”) con clásicos (“Maradó”). “Dientes de cordero” fue dedicada por Ciro “a todos los docentes y al maestro Fuentealba”, mientras las imágenes de diciembre de 2001 ganaban las pantallas del estadio.
En esta oportunidad, la banda aprovechó para presentar un tema (“Difícil”) que se incluirá en su próximo disco y que trata sobre un sufrimiento amoroso. Una canción tranquila con un estribillo power y un buen laburo en las guitarras de Tavo Kupinski y Piti Fernandez. Antes del siguiente tema, subió un invitado muy especial que, según el cantante piojoso, estaba olvidado en el baño de River desde febrero del año pasado. Se trataba nada más ni nada menos que de Keith Richards, pero en versión muñeco. Luego de improvisar el tema por un rato mientras se cambiaba el bombo de la batería de Roger Cardero, que se había roto, la banda a pleno arrancó al fin con una versión demoledora de Babilonia. Con “Muevelo” y “El Farolito” los cuerpos se movieron con sones de murga para que luego sonara el “Himno Nacional” en armónica.
“El Balneario de los doctores Crotos” marcaría el final y con los acordes de “Arco II” llegaría la lectura de las numerosas banderas que se habían acercado hasta el estadio de River. Así culminaban un show prolijo pero sin grandes novedades y dejando la promesa de un nuevo disco para el mes de junio.
La tercera jornada del Quilmes Rock tuvo su gran momento en el show de Intoxicados y en la presencia firme de Los Piojos. La extensa jornada llegó a su fin sin inconvenientes aunque la organización presentó varias falencias como el inexistente cacheo en la entrada a campo, la inocencia de abrir las puertas una hora antes del primer show y el incómodo trabajo de los fotógrafos que debían permanecer recluidos en una habitación sin posibilidad de recorrer las instalaciones. Puntos a tener en cuenta para mejorar en la próxima edición.
Christian Alliana para www.elbondi.com
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