El sábado fue un día primaveral en la ciudad y el calorcito se hizo sentir sobre las miles de personas que poco a poco fueron poblando el barrio de Nuñez. Pero el clima poco les importó a los que se acercaron al estadio de River ya que todos se morían por ver nuevamente en vivo a una de las bandas más grandes del rock latinoamericano.
El arsenal publicitario que giró en torno a esta vuelta fue uno de los más importantes de los últimos tiempos y, fue tal su magnitud, que por momentos hizo perder de vista el verdadero acontecimiento: el artístico. Por eso, únicamente la banda podía opacar tanto marketing alrededor suyo y demostrar que la calidad también podía decir presente a pesar de las numerosas marcas patrocinantes. Y así fue, ya que los Soda cumplieron con creces.
Cerca de las nueve de la noche se apagaron las luces del estadio y el griterío de la gente fue atronador. Viejas imágenes de conciertos se proyectaron mientras, a manera de introducción, la voz en off de Gustavo Cerati cantaba sobre el regreso. Pero el verdadero premio llegó cuando dos minutos después comenzaron a sonar los acordes de “Juegos de Seducción” y el punteo inicial fue ultra coreado.
El segundo tema fue “Tele-ka” y fans de la primera hora comenzaron sentir la emoción a flor de piel. Para colmo, el tándem “Imágenes retro” y “Texturas” dejó bien en claro que todos iban a tener su momento de disfrute: los adolescentes que se acercaron para estar a la moda y los veteranos que vivieron parte de su vida escuchando a este grupo.
Con un sonido realmente admirable, el show siguió su curso con momentos bien altos (“En la ciudad de la furia”, “Picnic en el 4to B” y “Sobredosis de TV”) y otros en los que la gente aprovechaba para tomarse un respiro y admirar la profesionalidad de los músicos. Por eso “Final caja negra” y “Danza rota” pasaron casi desapercibidos pero sin desentonar.
“Hombre al agua” fue uno de los mejores temas de la noche en el que Zeta Bossio entregó su mejor feeling y fue acompañado por las palmas de la gente. Sin embargo, en “Zoom” quiso demostrar su capacidad con la armónica y el juego no salió del todo bien. Acto seguido, los golpes de bombo de Charly Alberti iniciaron una muy bonita versión de “Cuando pase el temblor” y el reggae incaico fue derivando poco a poco en algo un tanto más electrónico. Haciéndose cargo de esto, Cerati dijo “Despiértame cuando pase el reggaeton”.
Lamentablemente, “Signos” no logró estar a la altura de las circunstancias ya que, por única vez en la noche, el sonido no fue el adecuado y el volumen bajo entorpeció ese momento tan íntimo que solía generarse en esa canción. Los últimos temas fueron una catarata de sensaciones mezcladas que incluyeron lo más rockero del trío (“Sueles dejarme solo”), el costado más sutil (“Un millón de años luz”) y lo más popular y conocido como “De música ligera”.
Sin embargo, hubo lugar para un poco más con “Cae el sol” en el que se colaron arreglos de “Here comes the sun” de los Beatles, una poderosa versión de “Prófugos” y una festejada “Nada personal”. Pero el broche de oro llegó con “Vitaminas” que estaba fuera de la lista y que fue bailada y cantada por todos.
Conclusiones sobre la vuelta de Soda Stereo:
-El trío sonó perfecto y el paso de los años pareció no haber desgastado su calidad musical.
-Gustavo Cerati está en un momento artístico muy alto y se revalida día a día como uno de los mejores guitarristas del país.
-Tweety Gonzalez (teclados), Leo García (guitarra) y Leandro Fresco (teclados y programaciones) se destacaron en su labor como invitados.
-La puesta en escena fue de primer nivel y ayudó a que la banda sobresaliera aún más.
-El regreso pudo haber sido por la plata pero nadie puede negar que a la hora de pelar en escena, la banda no defrauda a nadie y musicalmente hablando la vuelta está lejos de ser un robo.
Damián Benetucci y Germán Saez
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