Este tren no se detiene
Existen bandas a las que el under les queda chico pero, a su vez, todavía no llevan la suficiente cantidad de gente como para llenar un estadio. Una de esas bandas son Los Gardelitos, quienes desde hace unos años vienen arrastrando un caudal importante de público aunque aún no logran consolidarse masivamente.
En este punto es importante encontrar el lugar adecuado para realizar un show. Hacer un solo Obras puede resultar chico y hacer un estadio puede ser muy grande, por lo tanto, la organización debe buscar un espacio intermedio. La cancha auxiliar de Ferro es una buena alternativa aunque todavía no es muy tenida en cuenta. Lo cierto es que Los Gardelitos alquilaron el lugar y se presentaron este último 25 de mayo.
El recital anunciado para las cinco de la tarde, empezó a las ocho y media de la noche bajo un intenso frío. En la larga previa y para amenizar la espera, por los parlantes sonó en su totalidad el clásico de Los Redondos, Oktubre.
La imponente escenografía mostraba dibujos de indígenas y un tren en viaje hacia un horizonte incierto. Y justamente la idea de un viaje latinoamericano sirvió para el primer tema, “América del Sur”, con la incorporación de los vientos de Natty Combo y Dancing Mood que también se quedaron para “Corazón bailando al viento”.
Sin respiro se pegaron el punk de “Estamos podridos” y la tranquilidad de “El sobreviviente” en donde se agregaron la percusión a cargo de Roberto “Papun” Nicastro y el teclado de Pablo Marciello.
La primera sorpresa en la lista llegó con “Gardeliando” que casi siempre queda reservada para el final. Esta vez sonó en quinto lugar pero no por eso perdió la fuerza que la caracteriza y todos cantaron por su barrio. “No puedo parar mi moto”, fue adornada por un solo de teclado que le calzó justo.
El carnavalito llegó con “Los querandíes” y esa letra grandiosa, sin dudas, de las mejores que dejó el malogrado Korneta Suárez. Un homenaje a todos los pueblos nativos que se extendió en las palabras de la gente de Yumbrel que juntó libros para escuelas de frontera de Salta y Jujuy. También aprovecharon la ocasión para recordar que el 25 de mayo es un festejo municipal en el que los aborígenes quedan excluidos y olvidados. Acto seguido la gente coreó “El que no salta es un inglés” (¿?).
Pasado este momento Eli Suarez le dio la bienvenida al público y agradeció a las dos bandas que se presentaron a primera hora: Invencibles y La Covacha.
El wha wha a full significó el comienzo de “Estrella del rock and roll” con su letra anti-star que podría ser dedicada a una buena parte de las bandas que pueblan el llamado Rock Nacional. Martín Alé marcaba el ritmo del bajo con su paso a lo Pantera Rosa frente a la batería de su padre Horacio, mientras un ahora pelilargo Eli se mandaba con un solo de viola.
“Cobarde para amar” sonó en la misma versión de Ahora es nuestra la ciudad (2006) y le siguió “Amando a mi guitarra” con la gente de Natty Combo nuevamente en el escenario.
Luego de “Una roca en el humo”, Eli recordó que el 25 de mayo es una fecha muy especial para la banda, “Una especie de cumpleaños”, según sus palabras. ¿Por qué? Estos son los datos duros:
25-05-93: Eli sube por primera vez a un escenario
25-05-96: Debuta en Ciudad Oculta la formación conocida en los discos de estudio.
25-05-02: se suma Martín Ale a la banda en donde ya se encuentra su padre en batería.
25-05-04: tras la muerte de Korneta, Los Gardelitos tocan en Cemento como trío por primera vez.
Los viejos seguidores se emocionaron con esos datos y aplaudieron a rabiar. Nada mejor que seguir este momento con una vieja chacarera: “Volveré en tus ojos”.
El rock and roll puro se hizo estado en “6 AM” (en la que Martín cantó una estrofa) y en “El reloj”. Los vientos impulsaron la onda disco de “Los chicos de la esquina” e hicieron que “Llamame” sonara más reggae que nunca.
Luego de “Anabel”, todos se emocionaron con “Máquinas viejas” y se acordaron de la policía en “Libertad condicionada”. El “Comandante Marcos” volvió a recordar la lucha de los indígenas y marcó la despedida de la banda por unos minutos.
Después del descanso, llegaron los bises. Los cánticos contra la policía ya habían pasado pero ahora se le sumó el abucheo contra los militares. Es que muchos pibes zafaron de la colimba y de arengas como las que suenan en “Hay que enterrarlos vivos”.
Las banderas flamearon más que nunca contra la “estupidización” de esas “Novelas mexicanas” que pueblan las tardes en televisión. “Nadie cree en mi canción” cantó Eli pero pareció no importarle a la gente que desde abajo seguía gritando como al comienzo. “¡Y todavía quieren más!” Pensó la banda y para retribuir tanto cariño se despidió con la historia campesina de “Monoblock”.
Los Gardelitos pasaron así por la cancha auxiliar de Ferrocarril Oeste dando un excelente show. La banda está en un muy buen momento y se nota la gran cantidad de recitales que tiene encima. Lo único para exigirles es que esta situación se plasme en la edición de un nuevo disco de estudio para que las viejas canciones se mezclen con nuevas y los shows no se vuelvan repetitivos.
Fotógrafo: Beto Landoni
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