"A navegar el abismo, a navegar el silencio”, cantó Skay Beilinson promediando el show del sábado por la noche en The Roxy. Y esa simple frase puede aplicarse toda su música, esa su continua invitación a viajar a través de los sentidos con sólo escuchar las notas que salen de su Gibson SG. Por eso, en dos noches únicas, el ex guitarrista de Patricio Rey continuó con esta prédica y recorrió sus tres discos solista sin olvidarse de su pasado redondito.
La fecha del viernes arrancó bien arriba con “Soldaditos de plomo” e inmediatamente llegó el saludo de parte del capitán Beilinson: “Muy buenas noches, bienvenidos al show”, dijo y esto dio paso obviamente a “El gourmet del infierno”. Durante los primeros temas la viola del Flaco sonó muy baja, pero con el correr del tiempo el inconveniente fue solucionado.
En una noche bastante tranquila de parte del público, se pudieron apreciar esos temas que invitan más a la escucha que al agite. “Presagio” fue uno de ellos y con su mezcla de vals y misterio tuvo un final de película apocalíptica. Sin embargo, bien distinto fue el caso de “Nene nena”, ese gran inédito ricotero que hizo saltar y cantar a todo el mundo, incluso al Bocha Sokol que estaba en el Vip.
El viernes también sonó “Alcolito”, que hace mucho tiempo no se escuchaba, y trajo los recuerdos de los primeros pasos de Skay como solista allá por el 2003. En aquél entonces todavía el destino era incierto y los pensamientos estaban más centrados en la vuelta de Los Redondos. Pero el tiempo transcurrió y el Flaco ya va por su tercer disco en solitario y cada vez se lo ve más cómodo en esta estructura.
Como es costumbre, la música de Beilinson siempre incorpora sonidos de otras partes del mundo: “Dragones” trajo un viento celta y “Arcano XIV” respiró potencia con aires orientales gracias al teclado de Javier Lecumberry (también líder de La Doblada) y la batería del Topo Espíndola. Y para no olvidarse de sus inicios en el rock, el gran guitarrista argentino peló un blues clásico para introducir su “Canción de cuna” con esa letra que bien podría formar parte de un libro de ciencia ficción para niños.
La primera fecha en The Roxy llegó a su final, primero con una hermosísima canción de amor como es “El viaje de las partículas” cuya letra reza: “Quedará para siempre, tu mirada en mis ojos aunque un día la tierra deje de girar”. Luego sí, el verdadero cierre fue con “El golem de Paternal” (aplausos para el solo de Oscar Reyna) y el clásico “Jijiji”.
Para el sábado se esperaba otra gloriosa noche de rock y así fue. Con variantes en la lista de temas, el show empezó con el telón cerrado mientras lentamente comenzaban los acordes de un viejo caballito de batalla de su etapa solista, “Memorias de un perro mutante”. Sin dudas, un comienzo arrollador que hizo prever cómo venía la mano.
Las diferencias con la noche anterior vinieron por el lado de “Paria”, “Flores secas” (de las más festejadas) y la ricotera “Rock para los dientes”, en un tono diferente adaptado a la voz de Skay. Demás está decir que con cada recuerdo redondo, el público estalló de algarabía haciendo temblar el piso (“El pibe de los astilleros” no hizo más que confirmar esta verdad). Desde el Vip, la gente de El Bordo y Ramiro Cerezo de Pier contemplaban la situación casi sin poder creer lo que veían.
“Hoy 8 de diciembre es el día de la Virgen y de Lennon, les quiero desear una feliz Navidad y un feliz Año Nuevo”, dijo el capitán Beilinson y se ganó la ovación de todos los presentes. Inmediatamente, comenzó uno de los mejores temas de su último disco, “Los caminos del viento”, con ese final a pura electricidad; y luego de un breve intervalo, “Meroe y los sortilegios”, trajo un poco más de rock a la velada. No parece muy descabellado pensar que este tema le quedaría muy bien al Cerati de “Ahí Vamos”.
Mención aparte merecen los dos mejores temas de Skay en plan solista. “Astrolabio” fue el primer himno de esta nueva etapa y cada vez que suena en los shows la gente lo siente como propio, con ese canto casi susurrado y un gran solo de viola en el cierre, de los mejores que tiene el Flaco en su haber. No por nada fue dedicada por él a “los peregrinos que nos acompañaron durante todo este año”.
Por otro lado, La marca de Caín (2007) trajo consigo otra perla que está llamada a quedar como una de las grandes creaciones del ex guitarrista de Los Redondos. Es que “El fantasma del 5º piso” tiene todos los condimentos necesarios para que así sea: una letra mágica, casi psicodélica y de película, que es acompañada por una música hipnótica y onírica que explota sobre el final.
El cierre del día sábado llegó con “Genghis Kahn” (con un buen trabajo de Claudio Quartero en el bajo) y obviamente “Jijiji”.
Skay Beilinson cerró su año con dos shows impresionantes y un gran disco en la calle. Realmente se lo ve feliz y cómodo en esta etapa y cada vez parecen estar más cerradas las puertas para un regreso de Los Redondos. Pero, sin dudas, qué feliz que haría esto a miles de personas.
Christian Alliana para www.elbondi.comFotógrafo: Beto Landoni
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